viernes, 29 de febrero de 2008

las bombillas fluorescentes

Resulta que colocar bombillas fluorescentes de bajo consumo, no solo te acaban ahorrando dinerito, sino que el impacto sobre el medio ambiente es muchísimo menor. Anoche me puse a ver un documental del National Geografic, sobre lo que podría ocurrir si la temperatura en la tierra ascendiese a 6º. Bien, ahora estamos a un solo grado más y los cambios empiezan a notarse. En el documental van subiendo y explican las consecuencias que supondrían para el planeta y la humanidad cada grado de temperatura más. Tuve que dejarlo a los tres grados. No tengo hijos pero tengo sobrinos y se me empañan los ojos cuando imagino lo que les espera. Es muy fácil pensar que la culpa de todo la tienen los gobiernos, que E.E.U.U. reacio a incorporarse al plan Kioto es uno de los mayores expendedores de CO2 del planeta-luego es culpable también, que cada persona no puede hacer nada frente a las multinacionales y todo eso...nos imaginamos a nosotros mismos esforzándonos mientras los ricachones siguen enriqueciéndose a costa del futuro sin parar en nada. Eso da coraje.
Pero entonces piensas en el futuro, en el planeta que ha acogido a la humanidad durante tanto tiempo, en los niños y jovenes que ves por la calle, en los hijos, los sobrinos, los nietos, los primos y te preguntas si no puedes hacer algo, algo pequeño pero que sea efectivo, algo que les dé un trozo más de esperanza a ellos, a los habitantes del futuro. No quiero que llegue el dia en el que ellos miren atrás y vean a sus ascendientes como aquellos que se cruzaron de brazos mientras el calentamiento acababa con el planeta. ¿Qué no harán los padres por sus hijos?. Vivimos en una máquina del tiempo que no puede volver atrás. Siempre va hacia delante. Pero los hijos son parte de los padres no solo en un sentido sanguíneo. Ellos son la evolución perfecta de esa familia que llevan dentro. Son la continuidad en esa máquina del tiempo imparable. Somos nosotros alargados en el futuro y en ellos se colocan las esperanzas y los miedos.
Hace poco saltaba una noticia que permanecía oscurecida por otras de mayor impacto. En Noruega se inaguraba el Banco Internacional de semillas botánicas, que a modo de Arca de Noé vegetal es una especie de búnker capaz de soportar el impacto de una bomba nuclear.

"...Un enorme banco de semillas botánicas construido en la zona polar de Noruega se inauguró oficialmente el día 26. Ese banco de semillas, construido en una cueva montañosa y destinado a prevenir la extinción de plantas a causa de calamidades naturales o causada por el hombre y proporcionar genes de semillas a los botánicos, es llamado “arca de Noé para las plantas”.Ese banco de semillas con el nombre de “Banco Internacional de Semillas de Svalbard”, construido dentro del cuerpo de una montaña de las islas Svalbard, está profundamente escondido bajo tundra polar, a unos 1.000 kilómetros del Polo Norte. El banco de semillas puede albergar 4.500.000 especimenes de semillas..."

http://spanish.peopledaily.com.cn/92121/6361946.html

Hay quien todavía afirma que el calentamiento global no existe. Yo creo que cuando los gobiernos comienzan a prepararse para eventualidades catastróficas es que algo está ocurriendo. Da miedo, ¿verdad?.

lunes, 18 de febrero de 2008

La biblioteca de Alejandria

Un gato negro dormitaba bajo el olivo. Cuando entré en el jardin el animal abrió los ojos con desgana, me observó somnoliento y , consideró mi poca importancia para la integridad de su sueño, por lo que, volvió a acodar su cabeza enorme sobre las manos gordas y mullidas de pelo. En el jardin zumbaban muchos insectos. Miré a mi alrededor. Las casas en el bullicioso silencioso de aquella hora de siesta parecian rostros expectantes. Las ventanas eran ojos trás los cuales se asomaba una curiosidad desconocida. Había algo espeso en el ambiente de aquella tarde de verano, y no era solo el calor. Busqué el número 15. Sobre cada puerta de idéntica madera había un número de idéntico material y color. Hierro colado en negro mate. Llamé al timbre pero no funcionaba. Golpeé la puerta con los nudillos. Dentro algo impreciso se movió porque hizo un ruido vago, de arañazos en el aire. Los chasquidos de una llave volteando al otro lado me pusieron nervioso. Miré la hoja: Yolanda Cremona Martín. La misma Yolanda me abrió la puerta.
-Buenas tardes.
-Buenas, dígame.
-Vengo de la Biblioteca de Alejandria. Le traigo su pedido.
La mujer que parecía recien arrancada de un profundo sueño me miró con los ojos somnolientos del gato desganado.
-¿Donde está Ismael?
-Ismael?...
-Sí, el señor mayor que siempre me trae los pedidos.
-Ahhh...sí, está enfermo. Me ocupo de sus pedidos hasta que se incorpore al trabajo.
-¿Es grave?
La miré sorprendido. Realmente había interés en su expresión de pómulos altos y ojos grandes.
-Ohh...creo que no. Pero si lo desea puedo enterarme.
La mujer me miró fijamente.
-Si, por favor. Hágalo.
Sonreí interiormente mientras sacaba su pedido de mi cartera. Iris murdoch: "El mar". Buen gusto literario, pensé. La observé con más detenimiento mientras firmaba la hoja de entrega. Llevaba un albornoz blanco sobre un pijama de algodón a cuadritos. Su pelo castaño brillaba bajo la luz del dia pero no estaba mojado. Aunque rondaba los cuarenta años Yolanda era una mujer atractiva de pómulos altos, ojos grandes y marrones. Los labios sin ser gruesos invitaban al beso y la comida. Llevaba unas gafas pequeñitas de lectura, montadas sobre el puente de la nariz, casi invisibles. Olí en el aire un aroma suave a naranjas.
-¿Le gusta Iris Murdoch?-Se lo pregunté porque empezó a gustarme nada más mirar sobre sus hombros y ver al fondo de la habitación una mesa con cuadernos, bolígrafos y libros.
-No lo sé-contestó muy lacónica. En ese momento me hubiera gustado entrar y echar un vistazo a las estanterias de libros que poblaban la habitación. Seguro que era escritora o periodista, o quizás profesora.
-¿No la ha leido antes?.
-No, este es el primer libro que cojo de ella. Ismael me la recomendó.
El corazón comenzó a latirme con fuerza. Mi imaginería comenzó a poblarse rápidamente de aventuras amorosas teñidas con la tinta literaria más exquisita.
-Buenas tardes-dijo ella y cerró la puerta de madera dejándome quieto, cortado ante el muro de madera que impedía el paso al olor a naranjas y, a otro olor tibio y desconocido que había empezado a invadir mi nariz. Me fui alejando paso a paso. Yolanda Cremona era una cliente prometedora. Su nombre me sonaba. Yo quería conocerla mejor no sabía muy bien porque. Estaba escribiendo un cuento y mi magín me llevaba a entregarselo a ella, lectora experimentada. Pero para eso se necesitaba más confianza, más relación social, más intercambio. Decidí enterarme sobre Ismael y así la próxima semana cuando viniera a retirar su nuevo pedido intentaria entablar algún tipo de conversación con ella. Era necesario. Pero antes necesitaba saber más de ella. Mucho más. Mucho más. Quien es, a que se dedica, con quien vive, cosas asi...El gato no me miró esta vez. Consideró que yo era demasiado poco como para desperdiciar sus fuerzas en mí. Miré atrás con la esperanza de ver moverse la cortina trás la ventana del número 15. Pero nada se movió. Pensé algo: cuando pase el olivo miraré atrás y si veo algún movimiento en esa ventana significará que le intereso algo. Volví a mirar atrás y no ví movimiento alguno. Aquello no me desanimó. ¿Porqué?. Yolanda aún no me conocía. Yo tampoco la conocia a ella. Pero eso iba a cambiar.

miércoles, 13 de febrero de 2008

"LA COLMENA" de Camilo José Cela Trulock

Descubrí a Cela cuando tenía trece años. Comencé con sus "Viajes a la Alcarria", que me llevaron por la geografía española. Lo que me llamaba la atención de Cela era una especie de nostálgica actitud. Aparte de su aparente llaneza sus escritos me transmitían una lúcida melancolia que no se dejaba llevar por la compasión. En aquel tiempo me atraían los románticos, literarios se entiende, y Cela era todo lo contrario. Me enorgullezco de que empezó a gustarme su estilo, mucho antes de que ganara el Premio Nobel. Leí su "Familia de Pascual Duarte" que me dejó un regusto amargo por la crudeza de la historia, aunque me enganchó para siempre a su carro literario. Trás sus obras se nota que hay mucho trabajo detrás. Cela es un artesano de la novela y lo demuestra en "La Colmena", donde la obra con su peculiar estructura adopta visualmente la forma de un panal de abejas. Cada párrafo es una celdilla donde unos personajes son mostrados con claridad rayana. No hay sombras en estos retratos. Ya se sabe que la fealdad no puede ser disimulada bajo la intensa luz del día. Y su prosa es una luz intensa, de mediodia.
A modo de aperitivo escribo aquí unas líneas: "...Flota en el aire como un pesar que se va clavando en los corazones. Los corazones no duelen y pueden sufrir, hora trás hora, hasta toda una vida, sin que nadie sepamos nunca, demasiado a ciencia cierta, qué es lo que pasa..." (Párrafo 11).

domingo, 10 de febrero de 2008

El mundo es Ansí



Pío Baroja escribió un libro titulado "El mundo es Ansí". La protagonista, Sacha, mujer rusa de pensamiento liberal ve un escudo con un corazón al que atraviesan varios cuchillos. Bajo el escudo un lema sencillo: "el mundo es ansí". Alguien le explica que el mundo es cruel y que el escudo no es sino una representación de la dureza de la vida.


Recomiendo a Baroja y este libro.